miércoles, 6 de agosto de 2014

Michel Chasles: El erudicto estafado

Michel Chasles, fue un matemático Francés profesor de geodesia y mecánica aplicada, profesor de geometría superior en la Sorbona, miembro de la Academia de Ciencia, autor de brillantes trabajos de carácter técnico, premiado con medalla de oro por la Royal Society, miembro honorario de las academias de Berlín, San Petersburgo, Bruselas, Roma, Estocolmo, Madrid, y de media docena de otras instituciones, que entre los años 1861 y 1869 se hizo con la friolera de 27.344 documentos. Pero no cualquier documento. Se trataba de cartas escritas por ilustres figuras de la historia, como Pascal, Newton, Galileo, que serían en su mayoría "cartas originales". El nombre del estafador, Vrain-Lucas (leí el nombre y me corrió un escalofríos), quien tejió una enorme red de mentiras que atraparon al viejo profe. Hijo de un horticultor de provincia, nunca terminó la escuela, pero cuando llegó a París consagró todo sus ratos libres a leer en las bibliotecas, devorando el contenido de muchos libros, adquiriendo cierta erudicción. Entró al servicio de un genealogista parisiense, que se ocupaba en investigar antecedentes familiares, lugar que le permitió aprender elementos fundamentales para la falsificación de documentos. Había inventado que un tal Bois-Jourdain, Conde de la realeza francesa, había coleccionado en un cofre, varios documentos originales de figuras históricas. Tuvo que huir de su país hacia América, pero no muy lejos de la costa había naufragato el barco y perdió la vida. Unos pescadores habían recuperado varios objetos del naufragio, entre ellos, el dichoso cofre que contenía los manuscritos. Habían sido reclamadas sus pertenencias por sus herederos, que con el tiempo se vieron en aprietos económicos y que, en silencio, para no ver arruinada su reputación aristocrática, es que aceptaron vender algunas piezas del baúl a alguna persona que valorara su contenido y que custodiara los manuescritos del mundo, cosa que ingenuamente, Chasles aceptó.
Utilizaba hojas en blanco arrancadas de viejos libros y usando antiguos tipos de escritura, para luego sumergirlas en agua salada por varios días, simulaba el naufragio. Lo mas asombroso de la historia es que Chasles parece que JAMÁS se preguntó si realmente existió ese Conde, si había muerto en el mar, quienes eran sus herederos, si debía hacer legitimar esos documentos......
Parecía que Vrain-Lucas estaba dispuesto a poner a prueba la ingenuidad de monsieur Chasles, rozando lo peligroso: Las cartas de de Pascal a Newton estaban escritas en francés (Remitiéndose a las cartas fechadas, Pascal le escribiría a Newton cuando éste sólo tenía 12 años). Estas cartas particularmente, sumadas a la vanidad y a su absurdo patriotismo, llevaron a Chasles al ridículo: Expuso las cartas a la Academia de Ciencias en 1867 y ante la burla de sus pares, es que descubrió su colección. Todas escritas en francés, había cartas de Alejandro El Grande hacia Aristóteles, Cleopatra a Julio Cesar, de Shakespeare, Plinio, Platón, Séneca, Alcibíades, de Atila, de Poncio Pilatos al emperador Tiberio y la frutilla de la torta: UNA CARTA DE MARIA MAGDALENA A LAZARO!. El texto:
“Mi muy amado hermano: en cuanto a Pedro, Apóstol de Nuestro Jesús, espero que pronto lo veremos aquí, y estoy haciendo grandes preparativos para nuestra hermana María. Siento decir que su salud está declinando, y os recomiendo que la recordéis en vuestras oraciones. Estamos tan bien aquí, en tierra de los Galos, que nos proponemos no regresar a la patria durante cierto tiempo. Estos Galos, a quienes generalmente se llama bárbaros, de ningún modo merecen este calificativo, y por lo que hemos visto anticipamos que desde este país la luz
de la ciencia se difundirá sobre la tierra. Nos gustaría veros, y pedimos al Señor que te reciba en Su gracia.”
“Magdalena”
Vrain-Lucas fue arrestado por la policía y su confesión quebró el orgullo del profesor, durante el juicio, el falsificador se defendió argumentando que esas falsificaciones habían llenado de orgullo y alegría el corazón del viejo profesor y que esas cartas bien lo valían 140.000 francos (una importante cantidad de dinero en ese momento). Al final se los tuvo que gastar en sus dos años de estadía en la cárcel y el viejo matemático vivió sus últimos días recluído, avergonzado, hasta que murió a la avanzada edad de 88 años.

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